Arriba: Ernesto sosteniendo con orgullo la bandera de México. (Foto: Regina Cortina)
Medio: Ernesto “Neto” Escobedo III de dos años en la cancha con su padre Ernesto Escobedo II.
Abajo: Ernesto “Neto” Escobedo III durante un partido de Singles Masculino en el US Open 2021. (Foto – Rhea Nall/USTA)
Arriba: Ernesto sosteniendo con orgullo la bandera de México. (Foto: Regina Cortina)
Abajo: Ernesto “Neto” Escobedo III de dos años en la cancha con su padre Ernesto Escobedo II.
Cuando Ernesto “Neto” Escobedo III dejó el tenis profesional a los 28 años, cerró el capítulo de una carrera definida no solo por logros de la ATP, sino por un legado profundamente personal: el honor de representar a dos naciones en cada cancha que pisó. Nacido en Los Ángeles de padres mexicanos —Ernesto Jr. y Cristina Escobedo—, Neto portó las banderas de Estados Unidos y México durante su tiempo como jugador, convirtiéndose en un símbolo de orgullo bicultural para ambas comunidades.
Al celebrar el Mes de la Herencia Hispana, la trayectoria de Neto es un testimonio del poder de la identidad, la cultura y la familia en la formación de su carrera. Hoy, meses después de anunciar su retiro en marzo de 2025, Neto reflexiona sobre un camino que comenzó en canchas públicas del sur de California y culminó en estadios de Grand Slam. Su historia es igualmente acerca de herencia y perseverancia, un recordatorio de que el mayor impacto del deporte a menudo reside más allá de las clasificaciones y los títulos, sino en el legado que dejó y las comunidades que inspiró a lo largo del camino.
Al crecer en un hogar mexicoamericano en West Covina, la conexión de Neto con su familia y su cultura fue constante. Sus raíces se remontan a la pequeña ciudad mexicana de Jerez Zacatecas, un lugar que Neto atesora y visita con frecuencia. Si bien su familia extensa vive allí todo el año, sus padres dividen su tiempo entre Jerez y Estados Unidos. Gran parte de su infancia transcurrió allí, rodeado de primos, reuniones familiares y tradiciones que contribuyeron a forjar su identidad.
Neto se involucró en el mundo del tenis desde muy joven, comenzando a practicar este deporte a los seis años. Su padre, Ernesto Jr., jugó profesionalmente durante un corto periodo, mientras que su tía, Xóchitl Escobedo, compitió en los Juegos Olímpicos de 1988. Su primo, Emilio Nava, quien recientemente irrumpió en el top 100 por primera vez, continúa dejando huella en el circuito. El tenis, en muchos sentidos, fue una herencia familiar, pero nunca una imposición.
“Empecé a jugar al tenis cuando tenía unos seis años. Un día vi a mi hermana mayor, que tendría unos nueve años, ganar un torneo y se llevó un gran trofeo, y pensé que era lo mejor del mundo. Así que cogí una raqueta y, desde entonces, no he parado. Me gusta decir que mis hermanos tienen la inteligencia y yo la capacidad física”, dice entre risas.
El sur de California fue el lugar perfecto para que Neto aprendiera y mejorara su juego. “Creo que el sur de California tiene un tenis excelente”, afirma. “Es muy fácil encontrar canchas y hay muchos buenos jugadores y universidades aquí. Sentía que no tenía que jugar en ITFs (circuitos profesionales de nivel inferior) porque el tenis aquí era excelente. Así que me quedé aquí en el sur de California jugando torneos [hasta convertirme en profesional]. Además, siempre está soleado, lo cual ayuda.”
Uno de los momentos más destacados de Neto en el tenis juvenil llegó a los 14 años, cuando ganó el prestigioso Easter Bowl en Palm Springs. Esa victoria cambió su perspectiva. “Después de ganar el Easter Bowl, me di cuenta de que realmente tenía una oportunidad de ser profesional”, recuerda. “Si bien el plan inicial era ir a la USC para la universidad, en el último segundo me convertí en profesional”.
Dar ese salto a una edad tan temprana requirió una confianza inmensa. Neto agradece a su familia y a su entrenador Bill Scanlon, el fallecido miembro del Salón de la Fama, por inculcarle esa creencia. “Mis padres realmente creyeron en mí, y mi entrenador, Bill, siempre estuvo ahí para mí. Realmente me hicieron creer que podía lograrlo”.
Tras unirse al circuito profesional en 2014, el ascenso de Neto fue constante, pero estuvo marcado por momentos decisivos. Uno de los momentos más inolvidables llegó en el US Open de 2016, cuando ganó su primer partido del cuadro principal de un Grand Slam con tan solo 19 años. “Ese fue uno de los mejores partidos de mi carrera y uno de los que más recuerdo. Toda mi familia estuvo allí, incluso mi abuelo. Fue un momento realmente importante en mi carrera”, exclama.
Un año después, entró en el top 100, alcanzando su mejor ranking en nueve ocasiones en 2017 y finalmente alcanzando el puesto número 67 del mundo.
A los 21 años, ganó su primer título ATP Challenger en Lexington, Kentucky, una victoria que describe como surrealista. “Fue increíble. Pasó tan rápido. No podía creerlo. Pero fue una gran experiencia ver cómo todo el esfuerzo que había hecho desde niño daba sus frutos”, afirma.
Poco después, Neto continuó destacando en la cancha, logrando victorias sobre estrellas consagradas como Daniil Medvedev, Frances Tiafoe, Jack Sock y John Isner. Si bien obtener victorias sobre los mejores jugadores y conquistar títulos fue emocionante, la parte más gratificante de la carrera tenística de Neto fue representar tanto a Estados Unidos como a México en la cancha, un testimonio de cómo honrar con orgullo su doble herencia y sus raíces familiares.
Al comienzo de su carrera profesional, Neto compitió bajo la bandera estadounidense. Pero en 2023, cambió oficialmente su lealtad a México, una decisión basada en rendir homenaje a sus lazos familiares en Jerez.
“Fue una decisión familiar”, dice. “El tenis empezó en mi familia en Jerez, así que sentí que quería representar a la ciudad aunque nací en Los Ángeles. Realmente quería abrazar mi herencia mexicana y ver adónde me llevaba. Fue un privilegio representar a ambos países”.
Para Neto, la experiencia de jugar para dos naciones se trataba de honrar ambas mitades de su identidad. “El orgullo siempre estuvo presente, sin importar la bandera”, explica. “Pero sentía que cargaba con un poco más de emoción [representando a México] por mi familia. Tenía la idea de que lo haría en algún momento de mi carrera. Simplemente no sabía cuándo”.
En retrospectiva, la alegría de representar a ambos países superó cualquier victoria o trofeo. Después de una década en el circuito, decidió retirarse a principios de este año, una decisión que le trajo paz y orgullo.
“Me siento muy bien [con la decisión de retirarme]. Estuve en el circuito unos 10 años, y llegó un punto en que las derrotas ya no me dolían y las victorias no me resultaban muy satisfactorias. Así que eso fue una señal de que quizás era hora de hacer algo diferente. Prefiero ayudar a alguien a triunfar que a mí mismo”, dice.
Desde su retirada, Neto ha descubierto nuevos intereses, manteniendo el tenis en su corazón. Siempre atraído por los bienes raíces (compró su primera propiedad a los 19 años), ahora se centra en proyectos de desarrollo inmobiliario en el sur de California. Al mismo tiempo, es entrenador de tenis local, ofreciendo clases centradas en el desarrollo juvenil y la fortaleza mental, además de organizar torneos en Los Ángeles.
“Creo que tengo mucha experiencia de mi carrera juvenil y profesional que puede trasladarse al juego de un estudiante, sin importar el nivel al que quieran llegar. Solo intento darles a todos en Los Ángeles la oportunidad de jugar. El mes pasado organicé mi primer torneo en la Universidad de Biola, así que voy a empezar a organizar más torneos allí e intentaré brindarles a los jóvenes y jugadores universitarios una gran experiencia”, dice con entusiasmo.
¿Su consejo para los jóvenes tenistas que persiguen el sueño profesional? “Tómenlo día a día. Es un camino muy largo. Lo más importante es concentrarse en uno mismo. Porque un jugador puede lograrlo en seis meses o en dos años. Es un camino diferente para cada uno”.
Para Neto, celebrar el Mes de la Herencia Hispana tiene un significado especial. “Ser estadounidense y mexicano es como tener lo mejor de ambos mundos. La cultura es muy colorida y vibrante. Me encanta cómo las familias son tan unidas. Todos intentan apoyarse mutuamente. Es una gran cultura”, comenta.
Desde representar a Estados Unidos hasta abrazar las raíces de su familia en México, la carrera de Ernesto “Neto” Escobedo III nunca se limitó al tenis. Se trató de identidad, orgullo y familia. A través de cada triunfo y revés, llevó ambas banderas con orgullo y propósito, creando un impacto duradero mucho más allá de la cancha.
Hoy, reflexiona con orgullo: “No cambiaría nada. Simplemente creo que todo sucede por algo, ¿sabes? No me arrepiento de nada”.
—
Read this in English: https://ustasocal.com/news/hispanic-heritage-month-ernesto-neto-escobedo/